La Educación Ambiental
parece ser una herramienta cultural útil para el reconocimiento de la
finitud de nuestras posibilidades y para hacer evidente la necesidad de encarar
nuestro futuro como especie y como civilización. En esa perspectiva nuestra
legislación busca generar consensos que incorporen la sensibilidad ambiental
como parte de un nuevo Contrato en el que no sigamos excluyendo la realidad que
sirve de soporte a los procesos de la vida.